domingo, 12 de agosto de 2018

La herencia germánica en la épica castellana alto medieval. El espíritu de la espada

En numerosos artículos hemos visto, como las tradiciones de los antiguos pueblos germánicos, sobrevivieron al paso del tiempo llegando hasta la edad media castellana. Hace unos días, leímos como la tradición de nombrar la espada era propia de los pueblos nórdicos. Y hoy nuevamente profundizaremos mínimamente en este concepto, uniendolo con una tradición ancestral herética y pagana.

Según describe el historiador romano Amiano Marcelino:

“.. A la manera barbara, clavan una espada desenvainada en el suelo y la veneran como su dios guerrero”

Así cuenta el historiador una vieja tradición alana basada en la veneración de los dioses o espíritus de sus mitologías representados en las espadas. Los dioses de ese pueblo de origen Iranio, pero de marcada raíz aria con aportes culturales de pueblos esteparios asiáticos, tomaban las armas a modo de “antenas” dimensionales para comunicarse con los seres humanos que les veneraban en improvisados altares sobre la tierra.

La espada como arma en batalla siempre ha fascinado al ser humano, no era un arma común, era un arma de aristócratas. Durante gran parte de la edad media la espada fue un arma prohibitiva para el 90% de la sociedad por su elevado coste. Era un elemento propio de la nobleza. Por otro lado, solo gente especializada podía crear espadas. Los herreros suelen aparecer en las sagas y cuentos nórdicos como seres mágicos capaces de crear armas mágicas. No todo el mundo tenía la capacidad de crear una espada. Su propia elaboración ya tiene algo de mágico, ya que el herrero le da una personalidad propia por encargo para que cumpla la función protegiendo la vida del destinatario, o ayudandole a segar la de sus enemigos.

Como veremos más adelante, la tradición de venerar la espada como un elemento mágico, incluso con vida y voluntad independiente a la de su dueño, perduró de manera notable desde la edad del hierro y tardo antigüedad hasta la alta edad media. Eso sí, adaptándose a las nuevas creencias sociales que llegarían con las nuevas religiones. 

Los alanos entraron con una tradición herética en Hispania, sus dioses no procedían de las nuevas corrientes ideológicas cercanas al cristianismo, o al arrianismo. El guerrero alano era pagano, aun rendía culto a dioses indoeuropeos, a los que seguramente había incorporado cualidades de cultos asiáticos con los que había tenido contacto. A su llegada a Hispania seguía rindiendo culto al dios de la guerra que vivía en su espada, y cuyo altar era simplemente un pequeño montículo donde clavaba el arma para rezarla alimentándola con sacrificios de sangre derramada en cuencos.

No deja de ser curioso y digno de un estudio detallado la razón por la que estos pueblos esteparios conservaron su identidad religiosa en una época en la que la mayoría de los barbaros ya habían abrazado, al menos de forma política, las tendencias orientales de espiritualidad cristianismo, arrianismo etc. 

Los alanos eran por tanto los más “salvajes” de entre los barbaros, muy semejantes a los hunos en costumbres. Nómadas como ellos que preferían vivir en campamentos móviles en las grandes extensiones de praderas y campos de la cartaginensis hispánica, antes que en ciudades romanas llenas de lujo.

Muchos años antes de las migraciones germánicas al occidente Europeo, y varios siglos antes de que estos pueblo nórdicos llegaran a España creando los primeros reinos medievales cristianos de los que se tiene constancia. Adoraron a deidades paganas relacionadas con cultos ancestrales. Así al menos lo describe la historiadora Ana María Jiménez en sus estudios sobre el cantar de Waltario. Describiendo un culto entre ellos a un dios de la guerra cuya iconografía pasaba por una espada clavada en el suelo. Cosa que a estas alturas no es de extrañar si nos recuerda demasiado al culto alano descrito por Amiano Marcelino, al menos en sus formas.

Por otro lado y varios años después, Jordanes nos habla de un dios (Marte) al cual esos mismos godos rendían culto por medio de una espada hincada en la tierra, pues su espíritu vivía en las armas nobles de los guerreros godos. No pocos autores y estudiosos antiguos, apuntan a Tiwaz como el dios origen padre de todos los germanos. Tius sería el dios de la luz, el dios del orden, el juez que guía.. con razón las reuniones de hombres libres vikingas eran conocidas como all thin.,Y a esas mismas reuniones cientos de años antes, los romanos las denominaron como Mars thingsus, algo así como asamblea del dios Marte o bajo la vigilia de Marte, es decir del dios Tius/tiwaz/tyr. 

Pero regresemos al godo... como ya hemos visto y nos cuenta Jordanes, durante su etapa en el mar Negro, estos bárbaros rendían culto a una espada clavada en la tierra, una espada que sería el orden, la guía, la justicia, la piedad.. Una espada que representaría el irminsul, el orden cósmico. Ciertamente algo muy relacionado con un dios padre origen del pueblo, el cual representaría algo así como la justicia divina. Posiblemente una deidad primitiva que precedió al culto de Wotan, y que Tacito menciona en su germánica con el nombre de Tuiston (tyr).

En cualquier caso la superstición de la espada como elemento de poder continuó en la impronta del germanismo. Así pues los vándalos, los alanos, los vikingos, godos, sajones, francos y un largo etc, continuaron pensando que en sus armas nobles,  vivían salvajes espíritus de la batalla. Eran en sí elementos especiales, por eso las bautizaban con nombres representativos. Nuevamente nos encontramos con la confrontación del paganismo con la nueva religión. Donde si bien la mayoría de los pueblos europeos de origen germano eran ya cristianos, aun conservaban y mantenían tradiciones propias del paganismo en sus creencias diarias. 

Una muestra de la importancia que tenia la espada para el germano, era el juramento de honor. Se conoce que en tiempos de paz, los caudillos germánicos realizaban una ceremonia de juramento sobre sus espadas. Así pues a Vitrodoro, hijo de Viduario, se le exige por parte de los vencedores como prueba del compromiso de su palabra, no la entrega de sus hijos en rehenes, sino la seguridad de aceptación de su palabra mediante una ceremonia en la que pone su propia espada como testigo de que cumplirá todo lo acordado.

(..) sacaron las espadas, que ellos veneran como divinas y juraron que iban a ser leales a la palabra (..). 
El antiguo bárbaro, jura su palabra ante un dios.. o ante un espirito poderoso capaz de darle la victoria o de concederle la derrota. De ahí que era casi más importante jurar sobre su espada, la cual estaba viva para el antiguo godo, vándalo o alano, que sobre cualquier otra forma, deidad o elemento. La espada no solo era un elemento con vida propia poseída por un espíritu, sino que además era un elemento de honor que mostraba una condición social. Aquel que la llevaba tenía que demostrar a ojos de los demás, que era digno del arma. Un hombre de honor a la altura de su pueblo, o fieles guerreros.

El tiempo pasó, y los germanos llegaron a España, aun cuando arrianos casi todos ellos, muchas tradiciones paganas, siguieron formando parte de sus tradiciones folklóricas y antropológicas como pueblo. Así pues la saga pan gótica de Waltario, muestra en edad muy tardía una lucha espiritual y simbólica entre el paganismo y el arrianismo. En el poema los dioses arcanos y sus atributos son humanizados, mezclando en ellos cualidades propias del mundo pagano, con cualidades más modernas del mundo cristiano.

En la época de la reconquista hispánica, Pelayo el godo, fue nombrado rey de los Astures alzándose como caudillo militar sobre un escudo. Tradición típicamente nórdica heredada y mantenida desde su etapa pagana.

Al igual que ocurre hoy en día, gran parte de las tradiciones de origen pagano no se perdieron, sino que se mantuvieron y se adaptaron a los nuevos tiempos bajo una nueva visión religiosa. Muchas tradiciones de origen germánico sobrevivieron como parte del pueblo en la épica castellana alto medieval, como bien apunta Menéndez  Pidal. 

Olegario de las Heras por otro lado, nos describe una tradición germánica entre los caballeros de Castilla

(..) Ruy Díaz ha salido de Valencia junto a sus gentes de armas. Se dirige al encuentro de Alfonso, rey de Castilla. Cuando ambos hombres de divisan, Rodrigo se adelanta junto a quince de sus caballeros y descabalga. El Poema narra la escena que se desarrolla a continuación: «...el que en buen ora nadó; / los inojos e las manos en tierra los fincó / las yerbas del campo a dientes las tomó». 

El gesto ritual germánico que ejecuta Rodrigo Díaz, un gesto de aceptación de la superioridad jerárquica del monarca, es comprendido y celebrado por todos los presentes. Un caballero germano reconocía como su señor a un rey germano ante una corte germana y una Gefolge de guerreros germanos que regresaban del exilio. Visigodos. Tales eran y por tales se tenían. (..)

Y es que llegados a este punto podemos entender como de una forma notable, en la Castilla alto medieval los descendientes de esos antiguos godos, aun eran fieles a sus tradiciones y costumbres antropológicas, si bien seguramente fusionadas con otras muchas de corte romano.

El propio cantar del Mio Cid está repleto de tradiciones y guiños al mundo épico germánico. Una corneja da el augurio a Ruy Díaz. El cuervo como mensajero del destino, de los dioses, del Wotan germánico (Munnin y Hugin). O como animal de la guerra que recorre el campo de batalla posándose en los hombros de los guerreros que han de morir según la tradición irlandesa, animal de mal o buen agüero. O la propia espada del Cid, la Tizona. Heredad de Mudarra como arma imponente, y a la que en el romancero cantado de Joaquín Díaz describe como el caballero llama a su espíritu en un rezo para que le ayude en la venganza contra el Conde Lozano. El simbolismo del arma mágica que perteneció a grandes héroes, bautizada con un nombre propio, como si de un ser vivo se tratara. Y que ayudaría a Ruderico de Vivar a consumar su venganza igual que en el pasado sirvió a Mudarra para consumar la suya.

Era un arma mágica, era un arma importante que perteneció a grandes héroes. Por ello Ruderico de vivar utiliza ese arma y llama a su espíritu para su empresa. No se trata de un arma normal, sino de un arma a la altura de la circunstancia que van a desencadenarse, y en las que él pretende estar a la altura, como los héroes del pasado estuvieron. Pero no a la altura de los sucesos por venir, sino a la altura del espíritu de la espada, de la Tizona, a ese “dios” es al que reza simbólicamente implorando que le ayude en su venganza. Algo que no hubiera realizado con ningún otro arma. Solo con una espada carismática que perteneció a grandes hombres y héroes. A esos espíritus los llama y les implora justicia, en un “rezo” que hinca sus raíces cientos de años atrás cando los antiguos Godos en el mar negro, o los alanos en las estepas de la Cartaginensis, calvaban sus espadas en el suelo derramando cuencos de sangre a su alrededor para llamar a su dios padre de la guerra, al Marte de los romanos. 

Rituales todos ellos que lejos de desaparecer con la llegada del cristianismo, se fusionaron como creencias, leyendas, o tradiciones en los nuevos reinos del Norte de España. Teniendo en la Castilla medieval su gran exponente gracias a los cantares de gestas que han llegado hasta nosotros. Gracias a los cuales podemos conocer hoy las costumbres de aquellos viejos hombres que perpetuaron y mantuvieron sin saberlo tradiciones propias del mundo mágico de los viejos bárbaros de la Germania continental durante buena parte de la alta edad media castellana.


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